Es un espacio lúdico-educativo que nace desde las iniciativas de las adolescentes. Las prácticas se realizan dos veces por mes y en ellas las jóvenes aprenden ritmos musicales con contenido feminista y conciencia social, también elaboran sus propios instrumentos empleando el uso de materiales reciclados. En este espacio las adolescentes y jóvenes crecen como grupo, socializan ideas, se recrean y hacen uso de la música para expresar sus intereses y demandas.